LA HISTORIA DE UN ABORTO QUE NO SUCEDIÓ…

Existe la tentación de dejar la Navidad sometida a una espiritualización o una mercantilización; lo primero pasa cuando solo nos quedamos con una navidad sentimental, nostálgica, un recuerdo de un hecho diferente que pasó hace muchos años…alcanza con mirar al pesebre y quedarnos imaginariamente en la romántica escena del niño pobre llorando en el portal…; lo segundo pasa cuando la fiesta es solo ocasión para incrementar el consumo, y entonces nos imponemos obligaciones determinadas por las apariencias, los carteles, los mensajes recurrentes al amor, la paz, etc. etc., que pierden su encanto porque tienen su principio y su final en la sola voluntad, en el mejor de los casos, o porque solo se los dice como una formalidad tradicional.
Pero a decir verdad, la Navidad es la historia de un aborto que no sucedió, sí, todas las condiciones estaban dadas para que sucediera, sin embargo no pasó…
Un hijo no planificado, no esperado, engendrado en un tiempo inoportuno, no estaban dadas las condiciones familiares, no estaban dadas las condiciones económicas, no estaba bien visto, la madre seguro tenía otras prioridades en sus planes… el padre es desconocido, el contexto sociocultural patriarcal, todo huele a que es mejor que el incipiente feto mejor no tenga futuro.
Sin embargo aparecen algunas señales de que la vida es posible aún cuando las condiciones no sean las adecuadas, una Madre jugada por la vida de su hijo más que por la propia, es más, que pone en riesgo su propia vida para dar lugar a la de su hijo, no es la única, en las historia hay muchas más…; un padre adoptivo que aún con temor y vergüenza apuesta a permanecer y genera las condiciones para que la vida nueva pueda crecer… un contexto de pobreza que es superado por la paciencia y el amor; un contexto adverso y violento hasta la muerte y la persecución que es superado por la creatividad del amor..
Todo parece indicar que lo mejor era abortar, por el bien de la mujer, por la salud de la mamá, por la armonía de la pareja, por las normas establecidas…y por tantas cosas más…
Sin embargo, aconteció la Navidad, y la vida triunfó sobre cualquier otra conveniencia oportunista.
Últimamente el aborto parece ser una de las banderas de la emancipación de la mujer, pero en verdad, ¿vale la pena que la emancipación de la mujer implique la muerte del hijo? No se trata de caer en la casuística justificadora de violación, abuso, etc., situaciones con las que suele salirse al cruce para justificar una decisión así… se trata de reconocer que determinar la muerte de alguien siempre es un acto de violencia hacia el que muere como víctima y hacia el mismo que decide y ejecuta la acción… es raro…matar no puede ser un derecho, y mucho menos una ley…
Cuando decimos que no estamos de acuerdo con el aborto se nos dice patriarcales, machistas, autoritarios, retrógrados, entrometidos, se nos quiere exigir no opinar, guardar nuestros principios de fe en el cajón de la privacidad…
En esta Navidad celebramos un aborto que pudo ser y no fue….y Navidad acontece en el corazón de cada mujer y cada hombre que se juegan por la vida…y que fieles a su conciencia permanecen en la verdad.